Jardín de la Alegría

Gestionado por dos proyectos comunitarios, LILHA y Entreamigos, este jardín es un espacio verde, natural y abierto para los habitantes y visitantes de San Pancho. El Jardín de la Alegría es un escenario vivo para los diversos proyectos culturales y educativos del pueblo, que promueve el cuidado de la naturaleza y la sana convivencia, a través de diversas actividades al aire libre. Aquí se aprovechan los beneficios climáticos de la zona para fomentar la cultura de reforestación y la producción autónoma de alimentos, con la intención de abonar al desarrollo de una comunidad responsable y amigable con el entorno. Además al ser un punto de reunión, este lugar pretende ser un espacio de reflexión, de identificación de problemáticas y de creación de soluciones colectivas.

El proyecto de la creación de este jardín se detona en gran medida, como una respuesta a la situación causada por la pandemia del Covid-19. San Pancho, como gran parte de los pueblos del norte de Bahía de Banderas, sustenta casi la totalidad de su economía en el turismo, y debido a la contingencia sanitaria se vive aquí una crisis traducida en una prematura y extensa “temporada baja”. Es en este sentido que el Jardín de la Alegría busca también generar un impulso para la economía local. 

De esta manera acordamos reactivar un terreno el cual se encuentra bajo el resguardo y el mantenimiento de Entreamigos, una de las organizaciones más antiguas, con mayor incidencia en San Pancho y que cuenta con un centro comunitario, donde se proveen actividades diversas: artes, deportes, inglés, computación, nutrición, habilidades sociales, reciclaje, etc.

Un grupo de 15 personas trabajaron directamente para rehabilitar el terreno y sembrar cerca de 20 árboles frutales.

Un relato sobre la plantación

de Marjoraine Guyot

“¡Amo hablar del jardín! Lo que se sembró fueron principalmente árboles frutales: higos, carambolos, granadas, limones, lima, aguacate, cacaos,  jaboticabo, yacas. Además de sembrar, se hizo un poco de todo: ¡Un gran trabajo de limpieza! Se quitó la hierba. Se creó un banco de tierra… Había que aprovechar la fuerza y los brazos presentes, pero quienes no podían realizar mucho esfuerzo sembraron flores, hicieron terracitas, contenciones de bambús, cuestiones de diseño y acomodo…

También se niveló un círculo para canto, meditación y encuentros. Se escarbó y subió el nivel de la parte salvaje del fondo, para hacer un estanque. Se quitó toda la tierra que estaba en un camino antiguo —que pertenece a un recinto histórico y que apareció gracias al deshierbe—. ¡Se limpió el camino! Cambiamos de lugar algunos árboles, sembramos unos agaves, creamos jardineras alrededor de algunos árboles. Hay una ayahuasca que tiene años en el jardín, que plantó Rodrigo, porque ese era un lugar sagrado donde se hacían ceremonias…

Estudiamos el tipo de suelo, y qué árboles se podía y convenía sembrar. Si necesita luz, sombra, ¿Qué tan frondosos son? para que no compitan con los árboles de su alrededor. Fue toda una planeación para saber dónde, cómo y qué sembrar y plantar. Pensamos todo un diseño, contemplando que se van a realizar actividades artísticas… Los árboles más grandes los colocamos al fondo, para que en el espacio se pueda ver a los niños, jóvenes y a todos en general, jugando y aprendiendo. 

Lo demás del diseño, yo por estar trabajando allí, tenía unas ganas propias de hacer terrazas, donde sólo había montón de tierra. Acomodar el espacio bonito, nivelar para hacer diferentes pisos. Poner zonas de flores y cositas para crear islas con diferentes variedades de plantas endémicas y otras no. Crear micromundos… Que haya espacio alrededor de las islas, para que se pueda caminar y usar el lugar sin tener que cortar toda la hierba; porque a veces vienen niños y así pueden saber por dónde ir. Quisimos hacer coincidir dos ideas: poder tener un espacio abierto para todos, pero también un sitio donde puedan venir los polinizadores, la fauna y flora silvestre y endémica.”

Gestionamos un fondo que obtuvimos gracias a la generosidad de las madrinas de este proyecto -Raquel Bialik y Gisela Huberman, filántropas y patronas del arte-. Este recurso económico nos permitió crear una bolsa de trabajo con la que pudimos ofrecer una remuneración económica a través de un sistema de remuneración horizontal en donde cada persona involucrada recibió la misma paga por hora que el resto de las personas, sin hacer distinciones jerárquicas entre oficios o disciplinas; así colaboramos con 40 personas de la comunidad, quienes participaron aportando, saberes indispensables y únicos, desde distintas áreas de experiencia. Las actividades de este  programa abarcan áreas de trabajo muy diversas pasando por la gestión y la coordinación comunitaria, el trabajo de la tierra y la jardinería, la documentación y el registro audiovisual, el diseño y la comunicación,  la educación y el arte.

Investigación y documentación

Este proyecto no solo sembró árboles sino que también recolectó conocimiento. Aquí te compartimos el material reunido para su libre consulta.

Conoce más sobre los árboles frutales del Jardín de la Alegría

Descarga el glosario con conceptos clave del Jardín y Ruta de la Alegría

Sabemos que el arte y la cultura son herramientas imprescindibles para la sensibilización y por lo tanto instrumentos útiles para generar unión, entendimiento, oportunidades y bienestar común. Por esta razón diseñamos un programa colaborativo y multidisciplinar de acciones artísticas y culturales con un enfoque ecológico, para complementar el trabajo educativo y reforzar la activación del Jardín de la Alegría. 

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